Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

domingo, 1 de agosto de 2010

Una proposición indecente.

J, en el fondo, eres un especial atípico. Decía un experto que, en el mundo especial, cada persona tiene un precio; si no es dinero, es sexo. Y era tajante. No daba otra opción. Si tu punto débil no es uno, es el otro. Éste es uno de los errores que tenéis los especiales, hablar de manera taxativa, tan seguros de vosotros mismos que no dáis paso a otras opciones. ¿A qué me refiero al decirte atípico? Por supuesto, a tu, por decirlo de alguna manera, precio. Tú, que tienes fama de no dar nunca ni la más mínima información a nadie, me dijiste a mí algunas cosas que debías haber callado. Tal vez me subestimases y creyeses que, de esos pequeños retales, no iba a hacer yo nunca nada. Pero, te equivocaste, con paciencia cosí uno con otro y... ahora tengo una colcha. Y lo más sorprendente es que no tuve que pagarte ninguno de los dos posibles precios. Aunque, no fue por nada. Tú y yo sabemos cuáles eran los botones que había que apretar (bueno, quizá tú no seas consciente de que tienes esos botones y eso me ha permitido a mí utilizarlos). Y que conste, que no me gusta manipular puntos débiles; pero, era una situación extrema, tú o yo... y... yo no estaba atacando, me defendía.




Pusiste una sonrisa de complicidad y empezaste a hacerme la que tú creías iba a ser la proposición de mi vida; esa por la cual iba a estarte eternamente agradecida.

- Que te habían enseñado una lista con algunos nombres y que tú elegiste el mío. "Porque eras la mejor".

 (No necesité mucho para saber que no era la mejor, sino la única).

- Que necesitaban a alguien para sustituir a otra persona. Y que pagaban bien." ¿No te apetecería poder comprarte un pisito?"

(No estaba demasiado mal como punto de partida del regateo; pero, siendo que yo era la única, podría haber conseguido bastante más).

- Dentro de un tiempo, cuando estés madura...

(el sentido que yo le doy a la palabra “madura” es “ a punto de caer”).

-... te lo propondrán. Un día irás a un sitio y te encontrarás con una persona completamente desubicada, para que te hagas una idea, sería tan raro como ver a X en el TP (X era una señora casada, con un cierto nivel socioeconómico, cuyo ocio era familiar al cien por cien, con niños incluidos; y el TP un bar medio cutre que, por las noches, se llenaba de estudiantes).

Yo, con los ojos como platos, me sentía como cuando de pequeña me llevó mi abuelo al cine a ver La Guerra de las Galaxias. Pero estabas hablando en serio; y yo lo sabía.

- Si no quieres nada con ellos, en el momento que veas a la persona, antes de que ella te vea a tí, sal corriendo. Si llegan a hablarte, estás perdida.

Empezaba a sonar muy mal.

-No te dirán de buenas a primeras que quieren que trabajes con ellos. Sino que quieren que hagas unos informes para ellos.

Supongo que recuerdas muy bien esta conversación, al fin y al cabo, me estabas lanzando una proposición peculiar:  entrar a formar parte de tu mundo, los especiales.

Bueno, bueno, J, una vez más, tus profecías se cumplieron. Pasado un cierto tiempo y cuando ya mi vida era despertar de una pesadilla, para dormirme en otra... ví a ¿cómo puedo llamarle? ...quizás... ¿Ana?, que por aquel entonces era la jefa de los especiales en M. Estaba más que desubicada y... quería hablar conmigo. ¿Coincidencia?

Por si acabas de incorporarte a la historia: 

2 comentarios:

  1. Y qué pasooooó?? Hubo J. o no hubo J.???

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  2. ¿Qué pasó? Pasó que J. siguió durante mucho tiempo haciendo el trabajo por el que los especiales supongo le pagaban bien: ser la parte visible de mi proceso de captación. Y que yo seguí inventando maneras (algunas de ellas heterodoxas)de defenderme de todos ellos. Y... ¡nunca hubo J! ;)

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