Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...
¿Y estaban?
ResponderEliminarAy, ¡qué chucho marucho! Me da miedito...
Quiero saber más de J. No sé si debas confiar mucho en él, siento que no es buena persona (¿por qué invitarte a formar parte de ellos? ¿Eres, ya, uno de ellos? ¿María es especial?... me dio más miedo).
Un beso. Espero más...
Vaya, lo de si breve dos veces bueno no hay que tomárselo al pie de la letra.
ResponderEliminarNoooo, yo nunca sería uno de ellos. No me gustan, ni me gusta lo que hacen. No entraría jamás a un lugar del que nunca sales. Ni aunque me ofrecieran todo el oro del mundo.
ResponderEliminarEllos te siguen de esta manera cuando les interesas para algo, cuando necesitan a alguien como tú. Lo peor que te puede pasar es ser la única persona que encaja en algo que necesiten.
¿J? Hace tiempo hubiese dicho que era una mala persona; ahora, ya no sé qué decir; supongo que ya está tan manipulado que... no le queda otra solución que hacer lo que le mandan. Tal vez esté en ese punto en el cual, a veces, no se es muy consciente del límite entre lo que está bien y lo que está mal.
Besos
Sí, breve, pero malo. Cuando fuí a escribirlo, pensé que algo tan contundente tenía que ser breve y seco.
ResponderEliminarBesos