Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

lunes, 2 de agosto de 2010

Objetivo: destrucción psicólogica.

“Un día, llegarás a tu casa, abrirás la puerta y … ellos estarán esperándote dentro”, me dijo J.

Por si acabas de incorporarte a la historia:

4 comentarios:

  1. ¿Y estaban?

    Ay, ¡qué chucho marucho! Me da miedito...

    Quiero saber más de J. No sé si debas confiar mucho en él, siento que no es buena persona (¿por qué invitarte a formar parte de ellos? ¿Eres, ya, uno de ellos? ¿María es especial?... me dio más miedo).

    Un beso. Espero más...

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  2. Vaya, lo de si breve dos veces bueno no hay que tomárselo al pie de la letra.

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  3. Noooo, yo nunca sería uno de ellos. No me gustan, ni me gusta lo que hacen. No entraría jamás a un lugar del que nunca sales. Ni aunque me ofrecieran todo el oro del mundo.

    Ellos te siguen de esta manera cuando les interesas para algo, cuando necesitan a alguien como tú. Lo peor que te puede pasar es ser la única persona que encaja en algo que necesiten.

    ¿J? Hace tiempo hubiese dicho que era una mala persona; ahora, ya no sé qué decir; supongo que ya está tan manipulado que... no le queda otra solución que hacer lo que le mandan. Tal vez esté en ese punto en el cual, a veces, no se es muy consciente del límite entre lo que está bien y lo que está mal.

    Besos

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  4. Sí, breve, pero malo. Cuando fuí a escribirlo, pensé que algo tan contundente tenía que ser breve y seco.

    Besos

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