Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

lunes, 9 de agosto de 2010

Me pasa a veces.

No puedo evitarlo. Es parte de mi dualidad, de mi aquí y allá, acordarme de lo que no tengo en este momento. Llevo en España ya unos meses involuntariamente. Y... me entra una nostalgia... Cuando me pasa esto, me pongo a buscar casi compulsivamente cualquier cosa de mi país adoptivo: canciones (populares o actuales), fotografías, vídeos... me da un punto masoquista, busco y busco, y sé que, cuando lo encuentre, se va apoderar de mí esa emoción o sentimiento, no sé cómo llamarlo, tan raro... Hoy ha sido diferente, buscando otras cosas, un vídeo de canciones populares me ha encontrado a mí y... aquí estoy, dándole una y otra vez al "repetir" y con un paquete de pañuelos cerca (¡quién sabe!).



Un trozo del cielo que estoy echando tanto de menos.

4 comentarios:

  1. Supongo que eso es inevitable. A mí me pasa, aunque a menor escala: si me entra mucha nostalgia, cojo el coche y me planto en alguno de mis otras " ciudades"
    Será que no podemos tenerlo todo, qué pena ;-)

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  2. ¡Hola, Teresa!
    Sí, es una pena no poder tenerlo todo al alcance de la mano.
    Besos

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  3. A veces las cosas nos encuentran a nosotros, y es difícil negarse y que nos invada la melancolía, u otros sentimientos más fuertes (¿habrá sentimientos más fuertes? Bu).

    Un beso cálido, acompañando tu/mi/nuestra dualidad.

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  4. Un bonito comentario, Chica de la Farmacia.

    Besos

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