Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

jueves, 5 de agosto de 2010

El empedrado de la plaza.



Quiero a estos adoquines porque guardan muchos pasos míos: pasos solitarios y pasos acompañados; cuando era yo la que llevaba, cuando me llevaban; cuando paseaban a mi lado. Huelen a tabaco, a chocolate, a nada. Los de un lado saben a felicidad y los del otro, a sal de lágrimas. Me han oído pensar.


Me gusta pisarlos, una y otra vez. Cuando busco algo que no encuentro; cuando necesito aire en la cara; cuando estoy muy bien o muy mal... cuando, simplemente, quiero pasear. Me hacen sentir bien, supongo que porque en ellos, por muchos motivos, para mí está la esencia del lugar en el que vivo.

Hace un rato, he vuelto a echarlos de menos y ... me he sentido lejos, muy lejos, a cuatro mil kilómetros de distancia.

6 comentarios:

  1. A mí me encantan los adoquines. Como tampoco llevo tacones, no estoy en peligro de torcerme un pie...
    Me gusta mucho tu blog, ¡estoy intrigada con la historia!.
    La siguiente tarta muy pronto, tengo atrasadas para publicar, y galletas, a ver si saco un ratito.
    Un beso, María

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  2. ¡Hola Teresa!

    La verdad es que estos suelos adoquinados tienen su punto. Respecto a los tacones, por estos adoquines de la foto yo he caminado con tacones; aunque, por supuesto, ¡que me den mis zapatos de suela gorda!!!!

    Me alegro de que te guste mi blog. Gracias por decirlo.

    Espero la siguiente tarta o galletas o lo que sea que cuelgues, que visto lo visto, tendrá una pinta genial. (¡Creo que has adivinado que me pierde lo dulce!!)

    Un beso

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  3. Qué linda entrada, me gustan las entradas que guardan sentimientos. Como ésta.

    Yo cuando me siento así, como vos, y aunque no esté lejos ni muy lejos, salgo a andar en bici. A veces, simplemente, necesito alejarme y sentir el viento en mi cara. Eso sí, esquivo las calles empedradas porque luego me duelen las nachas de tantos saltitos ;)

    Un beso enorme.

    PD: Al igual que Teresa, no uso tacones, y si los usara, ¡también esquivaría este tipo de calles!.

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  4. Chica de la farmacia, gracias por tu comentario.

    Esta entrada guarda sentimientos porque, en ella hablo de un lugar muy especial para mí, uno de los lugares que más quiero.

    Besos

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  5. ¡Hola, Guardián del Faro!

    ¡Besos!!!!

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