Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

lunes, 14 de junio de 2010

Dime... ¿qué se siente...?

"Perdona que te pregunte esto; quizá te resulte duro hablar de ello pero... es que es algo que siempre he querido saber... dime... ¿qué es lo que sentiste cuando te atropellaron?". Ésta es la pregunta más difícil que me ha hecho nunca nadie. Pero... me la hacían de manera seria, con curiosidad no malsana, sin afán morboso de saber. Merecía una respuesta y la dí inmediatamente, lo cual, supongo, hizo que se perdieran muchos matices. ¿Qué iba a hacer?  Aunque dedicase días a analizar ese momento, no podría ser exhaustiva. De hecho, no se piensa gran cosa, no da tiempo; yo creo que, más bien se siente (es mucho lo que puedes sentir en una fracción de segundo) y... ¿cómo traducir un sentimiento al lenguaje verbal sin traicionarlo por el camino? Es muy difícil.

Trato de volver al momento en el que el proceso del atropello había ya llegado a su fin... trato de recordar todo lo que veo,  pero, no estoy mirando hacia afuera, sino hacia adentro. Es demasiado intenso y las emociones se agolpan, se suben una encima del otro, empiezan a agitarse y se mueven todo el tiempo. ¿Qué hago yo aquí, en el suelo? Es tan injusto. ¿Por qué????? Otra vez, ¿por qué? y, tras, o quizá mientras, otros cinco o seis porqués... y... ahora... ¿qué? ¿qué hago? Impotencia. Yo tengo la razón, pero... ¿de qué me ha servido???? Otro actúa mal y yo pago por ello.

Respecto a lo que pensé, recuerdo dos cosas, aunque quizá hubo alguna más. Mi primera reacción: necesitaba el número de matricula y no llevaba nada con lo que apuntarlo. Llamé por teléfono para que copiasen el número de matrícula y el nombre de la calle. Temía que, si lo anotaba de alguna manera en el móvil, pudiese llegar a borrarse. Y, mientras mi cabeza pensaba en lo práctico, en el número de la matrícula, por el corazón me pasaron mis grandes temas pendientes, esos "y si me hubiese matado, esto se habría quedado sin hacer" (por cierto, tras un momento de "exaltación emocional" en el que te decides a arreglar toda tu vida, llega la calma y la mayoría de los "tengo que" se quedan en expedientes sin resolver).

Ahora, con la cabeza fría y la fractura todavía caliente y sin consolidar del todo, lo veo todo de otra manera. Es de lo más duro que me ha tocado vivir; pero... nada es negro al cien por cien. De cada suceso fuerte de la vida se saca, al menos, una lección; y, a veces, incluso, algo más que una lección. Ésta ha sido de las caras, me ha costado mucho, así que tengo que aprovecharla a fondo. Y también... esto ha supuesto para mí un "kilómetro cero": un buen momento para hacer "mudanza", para sacar lo que tengo en mi vida, ver qué es lo que necesito y ponerlo en cajas para llevármelo a la "nueva vivienda"; qué es lo que me llevo sólo si me queda sitio y, sobre todo, de qué debo deshacerme. Y, una vez que ya me haya asentado tras la mudanza, tendré, casi seguro, que comprar alguna cosa nueva.

Podría escribir líneas y líneas acerca del atropello: de todo lo que sentí durante y después. De lo positivo y lo negativo: de todo lo que me ha aportado y todo lo que me ha enseñado; de todo lo que me ha quitado y todo lo que he sufrido. Pero eso me costaría mucho tiempo y esfuerzo, así que, de todo, me quedo con lo más importante, con el instante en que me dije: "¿Ves? ¡No era tan difícil!".

4 comentarios:

  1. A mi también me atropellaron hace ya unos años, un oche se subió a la acerá y me embistió, conseguí saltar y rodé por el suelo delante de el. Acabé contra una apred y el morro del coche a un metro mío. Podía haberme aplastado, sólo tuve multiples contusiones y un esguince grave de tobillo. Es así como lo describes. Un beso

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  2. Maria, que relato tan fuerte y tan humilde y valiente, la verdad dejate ver lo vulnerable que uno es... y como aveces una pregunta tan simple, te remueve tantas cosas, no sabia esta historia, espero que estes bien y te hayas recuperado.....

    a veces lo mas dificil no es contestar una pregunta, sino pensarla , remover historias, encontrarse con el pasado con uno mismo

    te mando un beso enorme!!!!

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  3. Tom: ¡menos mal que lograste saltar! ¡tuviste suerte y habilidad!!!! Veo, además que lo cuentas muy objetivamente, hechos concretos y ya vale. Eso está bien, significa algo así como "¡prueba superada!!!". Un beso.

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  4. Cande: sí, la verdad es que una pregunta simple te remueve totalmente, pero, supongo que eso es bueno, ya que, muchas veces te ayuda a darte a tí misma respuestas que necesitabas y que, de otra manera, no hubieses buscado.

    Todavía no me he recuperado físicamente, estoy en ello. Pero, a nivel mental y emocional, mi momento de recuperación completa fue cuando me levanté rápidamente de delante de las ruedas del coche.

    Un beso

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