...en un centro de investigación nuclear; en un recinto militar de alta seguridad; en una empresa de tecnología... tendría que ser un medio de vida, no un modo de vida. Son simplemente trabajos, que, aunque tengan unas ciertas servidumbres, no tendrían por qué condicionar de manera drástica la vida de quienes los desempeñan. La Embajada, el centro de investigación nuclear; el recinto militar o la empresa de tecnología tienen derecho a tener empleados discretos, sin fisuras, que puedan manejar información sensible o estar cerca de ella.
Para ello tiene a su disposición recursos en primer lugar, eficaces; en segundo lugar, que no desbordan los límites de la ética y, en tercer lugar, que no van a resultar molestos para sus empleados (tres pilares básicos):
1) Investigación previa a la contratación.
Justifico y apoyo una investigación previa a la contratación; pero siendo muy cuidadosos en no atravesar ciertos límites. La empresa debe asegurarse de que los investigadores realizan su trabajo de manera impecable: que sepan que el posible empleado es de confianza; pero respetando siempre el derecho a la intimidad (sin ahondar en temas que no afectan para nada a la empresa) y de manera muy aséptica (no dejándose llevar por cierta curiosidad morbosa).
Hay un tipo de investigador que, a medio o largo plazo (o, incluso, a corto) acaba siendo un problema para la empresa: el que conoce previamente al futuro empleado o, peor todavía, que tiene en él algún interés personal (para bien o para mal). En este caso, mejor no asignarle la investigación, ya que lo más probable es que trate de satisfacer su curiosidad personal o que,tarde o temprano, acabe “yéndose de la lengua” (¡o ambos!).
2) Control estricto en el lugar de trabajo.
A nadie que no tenga nada que ocultar le molesta este control; cámaras de vigilancia en las zonas de trabajo; un protocolo estricto de transmisión y almacenaje de documentos; control de acceso; acompañar en todo momento a personas ajenas...
En principio, con esto es suficiente. Si se contrata personal de confianza y, además, se controla de manera escrupulosa el lugar de trabajo; cualquier información, por sensible que sea, está a salvo.
Pero, lamentablemente, existe el riesgo de que se encarge velar por la confidencialidad a personas que no están capacitadas y ello redunda en fallos graves que acaban repercutiendo en la empresa.
1) Posibles errores en la investigación.
Antes de contratar al empleado, a la empresa le interesa saber que es discreto, que no va a revelar información. No tiene derecho a meterse en: el número de parejas que ha tenido en su vida; si saca la basura todos los días; qué compra en el supermercado; sus conversaciones personales o qué le gusta en la cama.
Olvidarse de que a la persona que trabaja en uno de estos lugares la Constitución le garantiza los mismos derechos que a los demás. Entre ellos, el derecho a la intimidad. Intervenir los teléfonos personales (fijo y móvil); entrar en el domicilio del empleado, por supuesto, sin permiso y cuando no está en casa; poner micrófonos y cámaras (no sé por qué asociación extraña pero, es que, si no, se me olvida, tengo que contaros lo del día en el que encontré una microcámara en mi dormitorio; no es que diga yo que viene a cuento; es, simplemente, que me he acordado ahora); investigar a todo el entorno y a más todavía (estas horas me afectan de manera extraña, otro recuerdo relámpago: el día en el que J. me dió los suficientes datos acerca de P. como para demostrarme que sus investigaciones habían llegado ya hasta ahí - ¿que quién es P.? P. fue no sólo mi mayor motivación para mejorar mi inglés, sino el que mejores “métodos pedagógicos” tenía; era tan mono... tenía un no sé qué, en realidad sí que sé el qué, pero no lo cuento ahora, que me voy del tema. Aunque, supongo que, cuando J. vino con la información, el hecho de que yo tuviese ya los treinta cumplidos, ¡relativizaba ya bastante a mi irlandés de verano de mis 19 años!-), realizar seguimientos exhaustivos; exigir datos médicos (esto último es realmente molesto, no digo que esté relacionado con este post, pero me viene a la cabeza una vez que me exigieron este tipo de datos y... es muy desagradable); poner un coche “con bicho-vigilante” en la puerta de entrada del domicilio... todos esto no sólo es innecesario sino que … para qué hablar de aspectos legales; y... supongo que quemar de este modo al empleado no es muy inteligente.
Acosar a los empleados con vigilancias 24 horas.
Poner al investigador equivocado. (De esto ya he hablado antes).
2) Posibles errores en el control que se lleva a cabo en el lugar de trabajo.
Ignorar que la gente va al baño empujado por ciertas necesidades higiénicas o fisiológicas. (Bueno, a veces... no sólo por eso. Pero, bueno, un peine, una crema de manos o un neceser de emergencia no son peligrosos). (Hay que decir, -ya sé que no queda muy bien, pero...- que los controles de baño: tanto el más cutre como es una persona que se queda por ahí hasta que acabas o los más sofisticados y tecnológicos... “cortan el rollo”, sobre todo hasta que llevas cierto tiempo).
¿Es imprescindible investigar el contenido del tupper que dejas en la nevera? (¿será que existe una receta de “verduras salteadas con crujiente de micrófonos”? Yo, es que... soy una afectada de los métodos de la brigada de tupperinvestigadores . Se me quedó la cara de póquer cuando deduje de lo que me dijeron que mi tortilla de patata estaba incluida en algún informe top secret. Claro que, en este caso, lo comprendo perfectamente: no era una tortilla de patata normal, era una versión compatible con una dieta baja en calorías a cuya invención me había llevado el hambre).
Un error más que grave es cuando el control dificulta el trabajo. Por ejemplo, el material informático. Muchas veces, la torpeza al intervenir los ordenadores dificulta mucho las condiciones de trabajo; y podría darse el caso de entorpecer y ralentizar la ejecución de algo urgente.
El error más grave sería investigar; sí, investigar en el hipotético caso de que se llevase a cabo de cierta manera: de que no se respetasen ni la dignidad ni los derechos de la persona; se convirtiese su intimidad en un circo al que todos los investigadores tuviesen acceso y... de que se olvidase que, afortunadamente, estamos en un Estado de Derecho, en el que, incluso para el peor de los terroristas, tendría que ser un juez el que autorizase, de manera motivada, una investigación de cierto tipo.
No es mi intención elaborar un informe exhaustivo, ni siquiera un informe no exhaustivo, esto lo dejo para los especialistas; de hecho, no he datos concretos, sino que he pretendido elaborar un catálogo de posibilidades que podrían plantearse, de errores que podrían cometerse. Sólo quiero hacer una reflexión personal; dar mi opinión. Es que es un tema acerca del cual llevo tantos años pensando que... hoy se me ha escapado por los dedos y … ha acabado en un post. ¡Ah! Supongo que hace ya unas cuantas líneas que os habrá surgido una pregunta, que dónde trabajo yo. Ya lo he dicho: en una oficina.
A quien le interese: tengo una vecina cotilla (¿será esto lo que, inconscientemente, me ha llevado a este post?).
Por si acabas de incorporarte a la historia: