"Buscáis la fama, pero la fama cuesta, y es aquí donde vais a empezar a pagar,
con sudor"
No me queda otro remedio. Tarde o temprano voy a tener que presentarme al casting. No es que haya decidido presentarme a "Tú sí que vales"; y ¡ya me gustaría! pero, tengo que confesar algo, de pequeña, en la función de fin de curso del colegio yo sólo aparecía en el número en el que actuábamos toda la clase (ahora que lo pienso, una vez "actué" con la clase de mayores: buscaban a dos niñas de seis años que fueran capaces de estarse quietas mucho rato; supongo que ya habréis adivinado: yo representaba un papel secundario, aunque lleno de "matices interpretativos", ¡hacía de estatua en un museo de cera!).
De todos modos, aunque mi casting no sea artístico, no debe ser infravalorado. Que no haya que saber cantar, ni bailar, no significa que no requiera unas ciertas habilidades. De hecho, tengo ya mariposas en el estómago y eso que tengo mucha experiencia en este tipo de situaciones y una gran confianza en mis talentos. Llegado el momento, de algún lugar oculto me sale una no mala capacidad de actuación y unas elevadas dotes de improvisar y de lanzar respuestas rápidas y certeras. Pero, hay que ser realistas, una actuación brillante en un casting no siempre te garantiza llevarte el papel.
Edgar Degas, Espera
Tampoco es que vaya a hacer una entrevista de trabajo ni que me presente a "¿Quién quiere casarse con mi hijo?". Voy a presentarme a un complicado casting, el de inquilinos que, ante la estricta mirada de un exigente casero, aspiran a alquilar su piso en Ciudadadoptiva. Porque un casero que se precie no sólo aspira a encontrar un inquilino solvente que le pague el alquiler exagerado que pide, que no le destroce el piso y que no llame excesivamente la atención de sus vecinos más suspicaces. Un casero que se precie pide mucho más: un inquilino "hecho a medida", que cumpla todos los requisitos que a él se le antojen. Porque, un casero que se precie es consciente de que al alquilar su piso no es un negocio redondo lo que está haciendo (no hay que dejarse confundir por el elevado precio de los alquileres, ni por el estado que presentan muchos de los pisos), no, lo que él hace es un favor y el inquilino, como destinatario de ese gran regalo, debe de ser agradecido.
Leo los anuncios. Y no encajo en casi ninguno de los perfiles. No soy una familia Paísadoptivense (condición estrella); ni siquiera soy Paísadoptivense. Soy extranjera y vivo sola (¡altamente sospechoso!). Aunque no fumo, ni soy centroasiática (¡dos puntos positivos!). A mi favor, que no tengo animales ni niños (no entiendo por qué siempre ponen estos requisitos juntos; ¡ni que el niño fuera un dobermán o un gato arañapuertas!). Aunque, ¡nunca se sabe!, a veces hay quién se sale de la norma y busca un inquilino diferente. Como ejemplo, ahí van unos cuantos requisitos encontrados en anuncios reales:
- Que tengan niños.
- Que no tengan niños menores de cinco años.
- Que sean ortodoxos.
- Que no sean musulmanes.
- Que estén casados.
- Consideraremos distintas posibilidades: matrimonio o pareja, dos mujeres, una persona sola (hombre o mujer). Abstenerse dos hombres.
- Admitimos animales pequeños.
- Sólo extranjeros de Europa occidental.
- Sólo una persona.
- Una familia de no más de cuatro personas.
- Se admiten centroasiáticos; pero entonces el precio se incrementará en un veinticinco por ciento.
Claro, que también está el casero de mentalidad abierta, el que, como único requisito, pide solvencia.
Por supuesto yo no encajo en los anuncios; pero... ¡porque yo soy mejor! Mi perfil como inquilina es tan alto que ¡¿cómo iban a planteárselo al redactar un anuncio?! Soy, nada más y nada menos, que una española con toda la documentación en regla (a cierto tipo de caseros funciona decirles, con un cierto tono de superioridad, "mi documentación está súper en regla". Lo del "súper" junto con el tonillo son mano de santo). Lo de trabajar en La Oficina (un sitio conocido en Ciudadadoptiva) me da un halo de respetabilidad; (¡si supieran! pero no pretendo sacarlos de su feliz ignorancia). Además, vivo sola y eso es una gran ventaja: hago mucho menos ruido y no doy problemas con los vecinos.
Dentro de un tiempo, me presentaré a algún casting; pero sólo a los buenos. Si no me gusta, yo seré la que rechace. Y, aunque no encajo en el perfil, haré que el casero se convenza de que eso es porque él no había buscado el perfil idóneo: el mío. Y, cuando llegue el gran momento, bordaré ese papel que siempre convence en estos casos: mi personaje "María tres d" (divina, decidida y dulce). Y...¡no se resistirán!
Fin de: "Por qué me da pereza buscar piso (II)".