Zinaida E. Serebriakova, En el tocador. Autorretrato.
Esa mañana mi Espejo estaba rebelde. En vez de decirme que yo era la princesa más guapa de Reinoadoptivo, me reflejaba con unos ojos llenos de sueño y un pelo mojado todavía sin desenredar. Unas cuantas pasadas con el peine de madera y... el espejo me guiñó un ojo. Me gustó. Me había olvidado de los guiños de los espejos de Reinoadoptivo; esas dos semanas en España, las Navidades familiares, el Fin de Año... habían hecho estragos en mi memoria. Ya sé por qué Espejo estaba de mal humor: creo que se siente abandonado cada vez que paso unos días fuera. ¡Pobrecito! Le dediqué una de las mejores sonrisas de mi repertorio. Me dí cuenta de que, si no empezaba a secarme ya el pelo, iba a llegar tarde a La Oficina.
Abrí el cajón donde guardo los chismes para el pelo y, en vez de un secador lo que encontré fue un misterio. Ahí estaba... negro, con su enchufe, los botones... y... ¡con los cables al aire! Por alguna extraña razón, en mi ausencia, el secador había perdido su tapeta trasera. ¿Magia? ¿Fantasmas???? ¿Alguien se había paseado por mi casa y había trasteado con el secador? Me quedé con esta última hipótesis y decidí que era un buen momento para usar el secador de repuesto.
Siempre cuento lo que tal vez sea mi historia. Supongo que hay historias que mejor contarlas así. Pero hoy me he levantado yo rebelde, como mi Espejo aquella mañana. Por eso, hoy quito el "tal vez"; es algo que realmente y de verdad me sucedió: al regreso de mis vacaciones encontré que a mi secador le faltaba la tapeta trasera. Creo que es un buen motivo para pensar que alguien ha entrado en mi ausencia y ha revuelto mis cosas. Bueno... además de rebelde, hoy he amanecido sintiéndome la mejor Princesa de Reinoadoptivo y... me ha apetecido contarlo de esta manera.
¡Tengo que irme! Dentro de unos minutos, mi carroza se convierte en calabaza, mis cocheros en ratones y ... no quiero que, por culpa de las prisas, se me pierda uno de mis zapatos.