Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

jueves, 20 de mayo de 2010

Un jirón morado.

Pasaba por ahí.Una fiesta casi neopagana anticipaba la primavera. En medio, aquella enorme figura femenina vestida en una armonía de colores chillones sonreía;  un grupo de personas, con trajes folklóricos, cantaban y bailaban. Había uno de esos árboles de los deseos, con las ramas vacías, sin hojas, esperando a que la gente las llenase con cintas de colores. Una de las chicas del grupo llevaba una bandeja llena de jirones de colores. Por sólo un céntimo, podías coger uno. El mío era morado. Con todo mi corazón puesto en la mano, ataba la cinta a una de las ramas; mientras, mentalmente, ponía en ella mi más querido deseo. Pasaron dos años y ... el deseo se cumplió. Tal cual lo había pedido, de manera literal... y... no lo había formulado bien, me faltaba pedir algo muy importante. Así que... se cumplió la letra de mi deseo, no la esencia, lo que realmente quería.
Recomendaciones de uso de un árbol de los deseos: solicitar la ayuda de un abogado para redactar las peticiones. 

2 comentarios:

  1. ¿¿¿Y que era???? ¿¿¿Que pediste??? Yo es que soy más de augurios y rituales paganos que de otra cosa...

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  2. Yo no soy de ese tipo de rituales, así que, igual era que me falta esa maestría que da la experiencia. Pero, estoy convencida de que el atar fuertemente la cinta morada mientras pensaba en mi deseo... me ayudó, de alguna manera, a fijarlo y a ... moverme más. ¡Ah! Respecto a decirte qué era... no puedo hacerlo ... ¡todavía! No te olvides de que aún no está cumplido del todo, que tengo que seguir en ello y que... si lo cuento antes de tiempo... ¡se estropea!

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