Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

miércoles, 13 de octubre de 2010

En el coche de un desconocido.

Cuando era pequeña me decían lo de siempre: que no me metiese en un coche con desconocidos. Hace ya muchos años que no sigo este consejo; pero es que, en Paísadoptivo es una manera habitual de desplazarse; normalmente, en vez de un taxi, te para un coche particular: si le va bien el trayecto, acuerdas un precio (a veces, ni siquiera se acuerda, para algunos trayectos hay precios estándar) y te subes en el asiento de al lado del conductor. Éste suele ser un tipo más o menos hablador con el que no tienes problemas (dando por hecho que has evitado subirte al coche de alguien que te parezca raro, o que vaya bebido, o si van dos o más personas...) y que en general se comporta de manera educada y amable.  

Podría contar mucho acerca de mis trayectos en taxi privado y, excepto en dos ocasiones, todo bueno. He aprendido escuchando; me he reído; he hablado sin parar... He subido a tantos coches que ya ni me acuerdo de algunos; pero ¡cómo olvidar los más atípicos!

  • El que había cantado en un coro. Había viajado por muchos países, entre ellos, España. Acabó cantando para mí un magnífico estribillo de “Granada, tierra soñada”.
  • El chico guapo en descapotable rojo que apareció cuando mis cuatro bolsas del súper y yo llevábamos ya tanto rato esperando a poder parar un coche, que estuvimos a punto de subirnos las cinco al autobús (todo un príncipe que me salvó de subir con cuatro bolsas a un autobús que tiene la escalera alta, picar el billete con no sé qué mano, aguantar el trayecto de pie haciendo equilibrios con las bolsas y lograr bajar...no digo que no lo haya hecho alguna vez, pero si puedo evitarlo...).
  • El que, cuando yo estaba “luchando” con un envoltorio que no se dejaba abrir (unos cordones se empeñaban en hacérmelo imposible), en silencio, movió la mano hacia su puerta y, de la bolsa, sacó un cuchillo enoooorme que me acercó sin decir nada. ¡Era para que yo pudiese cortar los cordones! Simplemente... dí las gracias. ¡Qué amable!
  • El plasta que me invitaba a su casa y trataba de convencerme diciendo que ¡iba a ser rápido!!!!! (Eso sí, había botella de champán por medio) ¿Lo peor? Insistía en darme su móvil. ¿Lo más surrealista? ¡Volví a dar con él una segunda vez!
  • El que me llevó gratis. Que cómo iba a cobrarme si el ir hablando conmigo le había hecho el camino tan agradable.
  • El que fuimos casi todo el camino cantando. Era realmente divertido. Cantamos a medias un montón de estribillos de canciones.
  • El que sabía geografía española. ¡Una maravilla! Conocía unas cuantas ciudades españolas. La verdad es que semejante despliegue cultural en alguien tan joven... yo estaba gratamente impresionada. Tal debía ser mi cara de admiración que siguió diciendo nombres de ciudades hasta que llegó a “Celta de Vigo”. Aquí se cayó con todo el equipo (¡y nunca mejor dicho!). No tuvo más remedio que confesar el origen de sus lecciones de geografía. ¡Al menos tenía cultura futbolística! Algo es algo.
  • …(éste lo dejo en blanco; porque aquí tocaba una mala experiencia con una colisión de por medio; pero, como, inexplicablemente salí ilesa... ¡pasé página hace ya tiempo!).


    Julian Opie, Coches 

Cuando era pequeña me decían lo de siempre: que no me metiese en un coche con desconocidos. He tenido que llegar a mayor para comprender que el peligro es caprichoso y no aparece dónde se lo espera; sino dónde a él le da la gana. Huye de las situaciones en las que todos piensan que va a estar. Por otro lado, su manera de caminar por el lado salvaje es deslizarse sigilosamente en todo aquello que se considera objetivamente seguro y … sorprendernos.

    26 comentarios:

    1. Jo, yo sólo he ido una vez en el coche de un desconocido y me pasé todo el trayecto rezando para que no fuera un psicópata. Si alguien en esa situación me saca un cuchillo...me tiro del coche en marcha, da igual si era para ayudarme a abrir un paquete o lo que sea.

      ResponderEliminar
    2. Doctora Anchoa,

      La verdad es que fue tan rápido que no tuve tiempo de asustarme. ¡Menos mal!!!!

      ResponderEliminar
    3. Pues yo no paro de dar vueltas a tu país adoptivo pero creía que era Alemania pero no me suena lo de los taxis "privados"....
      País del Este???????????

      ResponderEliminar
    4. Este blog es sin duda, junto con "Reencontrar"(http://rencontrar.blogspot.com/) el más interesante que me he encontrado en muchisimo tiempo. GRACIAS!

      ResponderEliminar
    5. Yo de adolescente hice mucho auto-stop, sobre todo entre pueblos, en alguna ciudad sud-americana, incluso en alguna carretera africana, pero en España ahora no haría salvo que fuera una emergencia.
      Tendré que coger un atlas y hacer una aproximada calculando¿cuántos eran, 6000 km.?.

      ResponderEliminar
    6. Pseudosocióloga,

      En España he hecho auto-stop en muy pocas ocasiones, porque no me quedaba otro remedio, pero no iba sola.

      Tú me ganas: ¡en alguna carretera africana!!!!!!! ¡Eso es espíritu autoestopista y no lo que hacen hoy día!

      ¡Son 4.000! (más o menos).

      ResponderEliminar
    7. Pilar,

      ¡Noooo, no me imagino yo mucho lo de un alemán parando su coche y negociando un trayecto y su precio!!!!!

      No digo ni sí ni no a ningún país. Eso es lo bueno, que cada uno puede situarme donde quiera, algo así como los libros de "elige tu propia aventura" (que, por cierto, no sé si aún existen).

      ResponderEliminar
    8. Tono, ¡muchas gracias! La verdad es que un cumplido sienta siempre muy bien. Me paso también por "reencontrar" y le echo una ojeada. Por cierto... ¿lograste al fin tu aventura Saudí? Una cultura y un idioma tan diferentes tienen que ser todo un reto...

      ResponderEliminar
    9. Aahh, ya se en qué país estás...!! El otro día leí eso de parar un auto cualquiera que improvisa un taxi. Lo leí, pero no me acuerdo que país eraaaa.... buaaaaaaa.......

      ResponderEliminar
    10. Peregrino,

      Que yo sepa, hay varios países en los que puedes usar "taxis privados"; pero estoy segura de que el que leíste era el mío ;)

      ResponderEliminar
    11. Oye pues parece agradable la situación y divertida, claro está que evitas contar las malas experiencias..., pero a mi me encantó el viaje.

      Besitos.

      ResponderEliminar
    12. Total....sorpresas te puedes encontrar en cualquier parte. Y el que no se arriesga no come peces..( o algo así).
      Y encima guapos...y cantan...¿a que me voy pa allí? ;-)

      besos

      ResponderEliminar
    13. Jajajajajaja! Me encantó esta entrada. Aquí no existe eso de parar autos privados. Una vez salí en pijamas y paré el primer auto que pasaba poniéndome delante, pero era una emergencia y debía llegar al hospital en segundos, así que no le quedó otra. Fue el día histórico de nevada en Buenos Aires. Mucho frío y encima día feriado, por lo cual conseguir un remis era imposible.

      En Argentina además de taxis tenemos remises, que son autos particulares pero desde agencia. Y sí, me ha tocado viajar con algunos personajes, pero como casi siempre meto la pata con todo el mundo, a veces prefiero no conversar y voy leyendo durante el viaje.

      La que me viene a la mente ahora es la del chofer diciendo: ¿Dónde te dejo, nena? ¡Esa es mi casa! la que tiene la luz de la cocina encendida... (¿?)
      Jajajajajajajaja, el chofer se rió tanto con mi frase que seguro hasta hoy recuerda mi casa. Sieeeeempre meto la para, siempre hablo y cuento de más. Es que no imaginé que el señor no sabía cuál era mi cocina.

      Muchos besos, Mary.

      PD: Yo también leí lo que dice peregrino, pero tampoco recuerdo qué país era. Y me estoy comiendo los codos intentando recordar, y nada. Pero seguro segurísimo era tu Paísadoptivo. Otros muchos besos, de yapa.

      ResponderEliminar
    14. Que intriga con tu pais adoptivo... yo diría que es Perú?

      ResponderEliminar
    15. ...todo lo que cuentas es muy atractivo, y engancha. Enhorabuena por tu blog.
      Un saludo.

      ResponderEliminar
    16. Me ha encantado la entrada. Toda una experiencia la de subirse a un "taxi particular". Me gustaría mucho atreverme a hacerlo (no creo que tuviera valor ni en ese país de buenos samaritanos en el que vives). Yo creo que no me subiría ni llevando 10 bolsas de la compra y mi bolso en la boca.
      Un abrazo.

      ResponderEliminar
    17. Hay tantas costumbres como culturas y lo que en una no harías por pánico, en otra te parece tan normal.

      Según cuentas no parece que lo sientas como algo peligroso, al contrario, es algo habitual y normal en el lugar donde resides.

      Un besito y buen viaje... en taxi

      ResponderEliminar
    18. Campoazul,

      Sí es agradable, muchas veces divertido, otras interesante... Y, alguna mala experiencia; pero han sido tan pocas (dos en un montón de años) y además, no pasaron de “tentativa de mala experiencia” que no merece la pena tomarlas en cuenta.

      Besos

      ResponderEliminar
    19. Guardián,

      Tienes toda la razón. Sorpresas, en cualquier parte. Y, si no quieres correr absolutamente ningún mínimo riesgo, lo mejor es meterse en una burbuja y ¡aún así!. (Suena aburrido).

      ¡Pues nada! ¡nos vamos tú y yo a parar coches! (aunque, eso sí, quedas advertida, si quieres uno guapo...¡habrá que esperar un rato! ¡No te olvides de que al guapo lo he colocado entre las experiencias atípicas!!!!!)

      Besos

      ResponderEliminar
    20. Chica de la Farmacia,

      ¡Estoy aprendiendo un montón de palabras argentinas! La próxima vez que pare un coche en Ciudadadoptiva no me diré a mí misma que estoy parando un “taxi privado”; ahora ya tengo la palabra: “remis”.

      Paraste un coche en pijama, poniéndote delante, un día de nevada... No puedo superar esta hazaña. ¡Has ganado!!!!!! :D.

      Jajajajajaja! ¡La de la luz de la cocina encendida! Ya veo que no soy la única a la que le suceden estas cosas. Lo malo es que sueles darte cuenta, en tiempo real, de lo que estás diciendo; y no hay manera de parar. Pero, bueno, al final, siempre se queda en unas risas; y... nunca viene mal reirse.

      ¡Muchos besos!!!

      P.D. Gracias por los besos extra.

      ResponderEliminar
    21. Neko,

      Besos desde … ¿Perú????????????? ¿Tú crees?

      ResponderEliminar
    22. Fernando,

      ¡Muchas gracias!

      Saludos

      ResponderEliminar
    23. María,

      Créeme, con 10 bolsas de compra y tu bolso en la boca (¡incluso con 9 bolsas!) tu perspectiva de la vida y, mucho más, del transporte, cambia mucho. Y... ¡no sabes lo alta que estaban las escaleras del autobús! ¡Y el poco espacio que había para subir las bolsas!!!!!

      Además, quizá en España fuese más peligroso; pero allí es lo habitual, con lo cual el peligro supongo que disminuye. ¿Buenos samaritanos? ¡no creas! ¡hay de todo! Pero, eso sí, predominan los que utilizan su coche para completar ingresos y son responsables. Además, no es difícil detectar en qué coche no debes subirte.

      ¡Besos!

      ResponderEliminar
    24. Frabisa,

      Es así: otra cultura. Te adaptas y haces las cosas que ellos hacen y de la manera que las hacen. El comportarte de manera diferente es lo que crea recelos y prejuicios hacia tí; y es lo que, en un momento dado, podría suponer más peligro.

      ¡Besitos!

      ResponderEliminar
    25. Qué experiencias más intereantes. Está claro que no hay como alejarnos de casa para hacer cosas que no pensábamos que pudiéramos hacer.

      ¿Por qué siempre que vamos a comprar acabamos con más cosas y bolsas de las que íbamos a comprar y de las que podemos cargar...?

      ResponderEliminar
    26. ¡Hola, Alcorce!

      Sí, la verdad es que pones tierra por medio y ... sacas de tí posibilidades que ni te imaginabas. Haces lo que nunca harías en tu país y, después de hacerlo, te dices "no era para tanto".

      Respecto a lo de las bolsas del súper, lo que consuela es que todos hacemos lo mismo. A mí es que me aburre mucho y por eso, cargo para espaciar más las visitas. Y, al final... ¡es un desastre!

      ResponderEliminar