Ahí estaba yo en la sala de espera del traumatólogo, en medio de una de esas ceremonias importantes que marcan para siempre: ponerme el zapato izquierdo. Ni siquiera quité los restos de yeso que me quedaban en el pie; me puse un calcetín encima. Metí la mano en la bolsa ... ¡que bonito era mi zapato! ... Empecé a sentir cómo algo firme y a la vez flexible arropaba mi pie. Por un instante ... me sentí Cenicienta.Y... yo que andaba hacía tiempo buscando el principio de un nuevo cuento en mi vida...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Todo son ventajas

     En algún sitio he oído yo esta frase, no es mía; y hoy me apropio de ella para dedicársela a alguien. Quiero decirle, de todo corazón, a mi jefe, que con él "todo son ventajas". No hago esto por trepar, que no es mi estilo; ni mucho menos. Lo hago porque, de pequeña, me gustaba mucho el cuento de "La Bella y la Bestia" (a ver, nada de malas interpretaciones, que sí que yo soy guapísima de la muerte, pero no quiero decir que mi jefe sea una bestia, por favor...) y, según un test de no sé dónde, eso significa que sé ver lo bueno que hay dentro de cada persona. Y, mi jefe, digan lo que digan, en el fondo, muy en el fondo, eso sí, es persona. Que tiene orejas, brazos, pies... en una palabra, tiene todas esas cosas que, al primer golpe de vista, te hacen ver que estás ante un ser humano.

     No voy a hacer una lista exhaustiva de todas sus ventajas; que son tantas que me llevaría mucho tiempo. Voy a tratar de elegir algunas que sean representativas; aunque dada la variedad, no sé si voy a ser capaz de mostrar su riqueza de matices. Ahí va un elenco de las virtudes que hacen que ser la secretaria de Herr B sea un privilegio y una inmensa suerte:


Primera ventaja

Hay una raza de jefes que consideran que gritar y echar broncas a la gente que trabaja para ellos les da autoridad. Y lo hacen contínuamente a sabiendas de que sus empleados se sienten incómodos y mal. Herr B no es de éstos. Para evitar que sus broncas o su tono más que elevado nos afecten emocionalmente, lo que hace es reñirnos y gritarnos sin motivo. Así consigue su objetivo: no hacer daño. Al revés, sales de su despacho con un síndrome de Estocolmo que no puedes con él. En vez de un “mira que lo he hecho mal”, te dices un “pobre hombre, ¡qué mal le va hoy con su vida!”. Todos los jefes deberían de actúar así. De esta manera, él se desahoga y, encima, despierta en tí profundos sentimientos compasivos.

Segunda ventaja

Posee esa cualidad tan cotizada laboralmente hoy día: la flexibilidad. Herr B la tiene, además, en una rara variedad: la flexibilidad de carácter. ¡Es increíble! En mi vida he conocido a alguien así. Él, muy de vez en cuando, tiene unos arrebatos de amabilidad excesiva; y es capaz de, justo al día siguiente y sin transición, de pasar al más sarcástico con poca gracia de sus humores. ¿No es genial? Si fuera coche, pasaría de cero a doscientos en una fracción de segundo. ¡Cómo lo admiro!

Tercera ventaja

Nadie como Herr B para saber que, cuando se trata de temas laborales, hay que dejar a un lado cualquier sentimentalismo. El deber, lo primero. Y, menos mal que hay alguien así en la oficina, una persona que contrarreste nuestras debilidades emocionales. Yo no tengo palabras para agradecerle lo que hizo por mí el día que, a la salida del trabajo, me atropelló un coche. A mí me entró una vena egoísta y, cuando estaba tendida en el suelo delante del coche sólo pensaba en mí, en coger la matrícula, en que viniese la policía, en una ambulancia... No sé, creo que en ese momento no fuí una buena secretaria. Yo llamé al trabajo, porque estaba muy cerca y, cuando se enteró, Herr B estuvo muy en su sitio: lo primero que pensó es que yo tendría que pasarle a un compañero la clave de mi ordenador y un número de teléfono al que llamarme (claro, es que él no sabía que estos datos míos están desde siempre en la oficina y no tenía por qué saberlo). ¡Esto es sentido del deber y no lo que hacen hoy día!

Cuarta ventaja

Herr B sabe que las peores horas para trabajar son las de la digestión. Y es un encanto. Si es que...Para que yo tenga esas horas tranquilas, él, amablemente, las emplea en ir al gimnasio (bueno, tres días en semana). Así no produce trabajo y yo puedo estar descansada para cuando él, tras un buen rato ejercitando glúteos y abdominales, vuelve pletórico de energía mandando trabajo. Y, esto no es todo. Es que él regresa justo en el momento en el que se termina mi jornada laboral. Lo hace pensando en mí; ocupando mi tiempo para que yo, que soy una ingenua española de provincias, no me pierda en los peligros de una gran ciudad. ¡Le debo tanto!

Quinta ventaja

Esta ventaja está relacionada con la anterior. Cada vez que, en sus horas de gimnasio, se produce algo importante en la oficina y yo llamo a Herr B, tiene el móvil del trabajo desconectado. La verdad es que está más que justificado el apagar el teléfono. Porque puede sonar a mitad de una serie de abdominales y despistarle la cuenta y... Además, yo le estoy muy agradecida, ya que, de esta manera, en los momentos en los que surge algo urgente, puedo ejercitar mis recursos de secretaria y esto nunca viene mal del todo, puede hacerme quedar muy bien.

     No es mi intención publicar una lista completa de las virtudes de Herr B; porque estoy segura de que, por mucho tiempo y atención que dedicase, iban a quedarse muchas en el tintero. Y por no alargar demasiado este post. Tan sólo pretendía tener mis cinco minutos de gloria convirtiéndome, aunque sólo sea por un rato, en objeto de vuestras envidias. Sed sinceros, ¿a que os gustaría un jefe así?

    16 comentarios:

    1. Y eso que el tuyo no es nacional, para que luego digan de los españoles....Yo alucino lo que aguantais las secretarias.¿Cómo puede haber tanto energúmeno maleducado con estudios?.

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    2. Como hoy estoy generosa, te lo dejo to pa tí.....eso si, envidiándote desde lejos.
      ;DD

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    3. Pseudosocióloga, sí, el mío es producto nacional; sólo que tiene un punto así medio germanófilo y, por eso, le llamo Herr B.

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    4. Guardián del Faro.

      Tu generosidad no tiene límites. Personas como tú quedan pocas.

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    5. Qué mala suerte tengo yo con mi coordinadora que no tiene ninguna de esas cualidades. ¡Vaya por Dios! Personas como tu jefe son las que hacen falta para levantar este, nuestro país.
      ¡Paciencia, tocaya!
      1 besiño

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    6. Bueno, tocaya, ¡que no se puede tener todo en la vida! Después de lo que contaste sobre lo buena que había sido tu vuelta de vacaciones... no pretenderás encima que tu coordinadora sea tan estupenda y maravillosa y genial y fenomenal y divina de la muerte y ... como mi jefe.

      Besos

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    7. Yo sueño cada día con el día en el que un jefe así ocupe la jerarquía superior a mi escalafón, vamos, es la ilusión de mi vida.

      Conozco bien el perfil de jefes como el tuyo, en mi larga vida laboral me ha tocado "disfrutar" de alguno.

      Yo tengo una jefatura de tipo medio y no mando nada, es simplemente que el organigrama es así, pero yo no tengo ningún interés de mandar nada, es más, si tengo que hacer una fotocopia la hago aunque el ordenanza esté sin hacer nada, yo también tengo dos manos.

      Pero hay personas que no SON, salvo que machaquen a alguien, frustrados de pacotilla, malas bestias, inseguros, sin vida personal a los que en muchas ocasiones se les termina el cuento cuando un infarto termina con su estrés.

      Es estupendo que te lo tomes con humor, intenta desconectar y pensar que ese tipo, NO ES NADA, no debe ser nada en tu vida, por tanto, no dejes que te amargue.

      un besito

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    8. Frabisa, sí, sentido del humor, que es lo único ante estos casos; bueno y, también, mantenerse firme y, cada vez que sea necesario, (con mucha educación, eso sí) decir una de esas frases que empiezan con un: "aquí hay un malentendido".

      ¡Ah! Si tu sueño es un jefe así... no es tan difícil de cumplir. Dame un número de apartado de correos y, ahora cuando me reincorpore, te lo mando en un paquete con un montón de sellos bonitos pegados.

      Besitos

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    9. ¡¡Que suerte tienes!! Decirte que yo en dos ocasiones he tenido unos jefes con estas ventajas y alguna mas..., y si que tengo síndrome de Estocolmo, si, ¡porque aun pasados los años no se me quitan de la cabeza y continuo hablando de ellos a la mínima ocasión....
      En fin, paciencia, algún día se retirará....

      Besitos.

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    10. Campoazul, ¡así que tú también has sido una afortunada que ha tenido la suerte de tener jefes "ventajosos"!

      Besos

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    11. Jajajajajajaja, ¡me encantó Herr B! Y mucho más que lo veas así, tan humano.

      La verdad, amiga, me encanta tu humor. Es grandioso leerte en lunes, así la semana arranca con otro sabor. Claro, me demoré unos días en visitarte, pero no me arrepiento de haber venido justo hoy. Gracias.

      ¡Muchos besos!

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    12. Peregrino púrpura,
      ¡Ja,ja,ja! Es que... ¡siempre alrededor de Herr B reina el amor!

      Besos

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    13. Muchas gracias, Chica de la Farmacia.

      Me alegro de que te haya gustado Herr B. No se lo he preguntado todavía pero, como me parece que tiene grandes simpatías por tu país, ¡creo que aceptaría una propuesta de ser jefe de farmacia en Argentina! (no es su perfil profesional, pero aprende rápido). ¿No querrías trabajar con él?

      Muchos besos

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    14. Ostras María, y yo que pensaba que lo tuyo era mala suerte, por lo del atropello...
      Claro, si es que no podías tenerlo todo!!! ;-)

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    15. Teresa,

      Ya ves, ¡lo que engañan las primeras impresiones! Supongo que es culpa mía, debía de haber hablado primero de mi parte afortunada. ;)

      Besitos

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